Lionel Messi parecía visiblemente desanimado al abandonar el campo después de la aplastante derrota de 3-1 del Inter Miami ante los Vancouver Whitecaps en el segundo partido de la semifinal de la Liga de Campeones de la Concacaf. El resultado selló una victoria agregada de 5-1 para el equipo canadiense, subrayando una gran brecha de energía y cohesión entre los dos equipos.
El Inter Miami, construido en torno a un núcleo envejecido de exjugadores del Barcelona como Messi, Luis Suárez, Sergio Busquets y Jordi Alba, fue superado constantemente en velocidad y juego por una alineación joven y dinámica de Vancouver.
Aunque el Miami de la temporada pasada logró el Supporters' Shield con una campaña récord en la MLS, su dependencia de jugadores veteranos parece haberle jugado en contra este año. Suárez, ahora con 38 años, luchó por mantenerse al ritmo, con frecuencia incapaz de encontrar los espacios en los que antes sobresalía.
Busquets ya no es el ancla del mediocampo que solía ser, y las responsabilidades defensivas de Alba parecen haber disminuido, aunque aún ofrece destellos ofensivos. Aunque Messi aún puede generar momentos de brillantez, ahora está rodeado de compañeros que ya no pueden mantener un nivel de ejecución alto de manera consistente.
El entrenador de Vancouver, Jesper Sorensen, reconoció la ventaja de su equipo en términos de juventud y resistencia, elogiando la capacidad de sus jugadores para explotar los espacios dejados por la línea de ataque estática de Miami.
Los Whitecaps corrieron incansablemente, especialmente en la segunda mitad, donde su pressing y velocidad desbordaron a un Miami que carecía de equilibrio y cohesión. El analista de Fox, Warren Barton, resumió la situación de manera directa, afirmando que el Inter Miami "no puede correr, no puede defender", con cinco atacantes frecuentemente dejados al frente mientras el resto de la defensa luchaba por cubrirse.
Con el sueño de la Concacaf terminado, el entrenador Javier Mascherano tendrá que reorientar a su equipo para la temporada de la MLS y prepararse para la inminente Copa Mundial de Clubes de la FIFA en junio. Miami enfrentará un camino desafiante, comenzando con el poderoso Al Ahly, seguido de posibles encuentros con el Porto y Palmeiras.
Si sus rendimientos recientes son una indicación, corren el riesgo de ser expuestos en el escenario mundial. La derrota también pone en duda las ambiciones más amplias de la MLS, ya que el club insignia de la liga comienza a parecer un ejemplo del peligro de depender demasiado de superestrellas envejecidas, en lugar de construir para el futuro.
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