Subiendo dos categorías hasta el peso supermediano, Crawford silenció a un público mayoritariamente pro-Álvarez con una actuación basada en el timing, la defensa y precisos contragolpes. Los jueces puntuaron 116-112, 115-113 y 115-113, márgenes más ajustados de lo esperado, pero que confirmaron la superioridad de Crawford sobre una de las máximas figuras del boxeo mundial.
Visiblemente emocionado, Crawford cayó de rodillas al ser coronado, rodeado por los cinturones de la WBA (Súper), WBC, WBO e IBF. “No estoy aquí por casualidad”, declaró. Pese a la magnitud del logro, el oriundo de Omaha insinuó que podría estar cerca del retiro: “No lo sé, debo sentarme con mi equipo y hablarlo.”
Para Álvarez, esta fue apenas la tercera derrota en una carrera de 68 peleas. En el marco del fin de semana de la Independencia de México, el púgil de 35 años cargaba con el orgullo nacional, pero reconoció la grandeza de su rival: “Me siento feliz de compartir el ring con grandes boxeadores como él. Si lo hacemos de nuevo, será fantástico”, afirmó. “Mi legado ya está ahí, y me encanta asumir riesgos.”
La velada tuvo el espectáculo característico de un combate de Canelo. Crawford entró al ring acompañado de un grupo de mariachis que inicialmente confundió a los fanáticos mexicanos, antes de aparecer sonriente en las pantallas gigantes. Álvarez respondió con su propia entrada al son de mariachis, disfrutando del ambiente de su capital adoptiva del boxeo.
Dentro del cuadrilátero, los primeros asaltos fueron cautelosos, pero Crawford pronto encontró su ritmo. Cuando Álvarez lo puso a prueba con golpes al cuerpo en el cuarto asalto, el estadounidense respondió con uppercuts y ganchos de derecha, sin mostrar temor al poder del mexicano. A mitad de la pelea, las combinaciones y el juego de pies de Crawford imponían el ritmo, mientras Álvarez tenía dificultades para acortar la distancia.
En primera fila se encontraban estrellas como Mike Tyson, Evander Holyfield, Thomas Hearns, Lizzo y Mark Wahlberg, quienes presenciaron cómo Crawford frustraba a Álvarez con movimientos fluidos y contragolpes quirúrgicos. El noveno asalto fue intenso, con intercambios potentes y una breve pausa por un choque accidental de cabezas, pero la superioridad de Crawford ya era evidente.
En los últimos asaltos, el entrenador de Álvarez, Eddy Reynoso, lo instó a arriesgarlo todo, pero el cansancio lo traicionó y Crawford lo castigó con jabs y combinaciones precisas. Aunque las tarjetas reflejaron una pelea cerrada, la victoria del estadounidense nunca estuvo en duda.
Con este triunfo, Crawford extiende su récord invicto a 42-0. Su actuación no solo fue una victoria histórica, sino también una reafirmación de su lugar entre los más grandes boxeadores de todos los tiempos.
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