Por primera vez desde su traslado desde Seattle en 2008, el Oklahoma City Thunder se ha proclamado campeón de la NBA. En un emocionante y disputado Juego 7, el Thunder venció a los Indiana Pacers por 103–91 en casa, cerrando una temporada brillante con el primer título de su historia. Esta victoria marca la culminación de años de reconstrucción y una apuesta firme por el talento joven.
El camino hacia el campeonato no fue sencillo. Oklahoma City barrió a Memphis en la primera ronda, eliminó a los campeones defensores Denver Nuggets en siete partidos y luego superó a Minnesota en las finales de la Conferencia Oeste. Ya en las Finales, Indiana llevó al Thunder al límite, pero la profundidad del plantel y su resistencia mental fueron claves para inclinar la balanza.
Shai Gilgeous-Alexander fue nuevamente el protagonista con una actuación digna de MVP: 29 puntos, 12 asistencias y 5 rebotes. Terminó la campaña como Jugador Más Valioso de la temporada regular, de las finales y máximo anotador de la liga. El juego cambió drásticamente cuando Tyrese Haliburton, la estrella de los Pacers, se lesionó en el primer cuarto y no pudo regresar.
Jaylen Williams aportó 20 puntos y Chet Holmgren sumó 18 puntos, 8 rebotes y un récord de 7 bloqueos en un Juego 7 de Finales. A pesar de la derrota, los Pacers recibieron elogios por su valiente recorrido en los playoffs, donde sorprendieron a varios pesos pesados del Este.
Este campeonato es fruto del proyecto liderado por el gerente general Sam Presti, quien, tras las salidas de Kevin Durant, Russell Westbrook y James Harden, reconstruyó el equipo con paciencia, buenos drafts y movimientos inteligentes. Con un núcleo joven y prometedor, Oklahoma City no solo celebra un título histórico, sino que también se posiciona como una potencia del futuro en la NBA.
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