Lo que alguna vez pareció imposible en las polvorientas calles de Kawempe —un suburbio humilde en las afueras de Kampala, la capital de Uganda— se convirtió en realidad para Khaman Maluach, de 18 años. El miércoles por la noche, su nombre resonó en el Barclays Center de Brooklyn al ser elegido en la décima posición del Draft de la NBA 2025.
Nacido en Rumbek, Sudán del Sur, y criado en Uganda tras huir con su familia del conflicto, Maluach descubrió el baloncesto a los 13 años, muchas veces jugando descalzo o con Crocs. Fue un conductor de boda boda (moto taxi) quien lo animó a probar el deporte, y rápidamente fue descubierto por entrenadores locales, que lo ayudaron a llegar a la NBA Academy Africa en Senegal.
A los 16 años, ya representaba a Sudán del Sur en la escena internacional, jugando el Mundial FIBA y ayudando a su país a clasificar por primera vez a unos Juegos Olímpicos. Gracias a su rendimiento, fue reclutado por la Universidad de Duke y ahora, oficialmente, es jugador de la NBA.
Emocionado, Maluach posó junto al comisionado de la liga, Adam Silver, coronando una historia marcada por la perseverancia, la fe y la confianza en sí mismo. Aunque su familia no pudo asistir al evento en Nueva York por problemas de visado —una dificultad común para ciudadanos sursudaneses— la celebración fue intensa en Entebbe, donde su madre y hermanos bailaron y rezaron al escuchar su nombre.
Seleccionado inicialmente por los Houston Rockets y luego traspasado a los Phoenix Suns, Maluach obtendrá una visa P1, lo que le permitirá comenzar su carrera profesional en Estados Unidos. Con los pies en la tierra, tiene claro su propósito: inspirar a la juventud africana y cambiar la percepción del continente.
“Yo creí en mí mismo antes que nadie”, declaró. “El resto, se lo dejo a Dios”.
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